Según la teoría creacionista, "cada alma, de manera individual, debe ser considerada como una creación inmediata de Dios, que debe su origen a un acto creador directo". En cuanto al momento preciso en que es creada el alma, y cuando es unida al cuerpo sencillamente, las Escrituras no dicen nada. (Por esta razón, en este punto los análisis, tanto de sus partidarios como de sus antagonistas, son más bien vagos.)
Entre los que han apoyado esta idea se incluyen Ambrosio, Jerónimo, Pelagio, Anselmo, Tomas de Aquino y la mayoría de los teólogos católico-romanos y reformados. Las evidencias bíblicas utilizadas para sostener la teoría creacionista tienden a concentrarse en los pasajes de las Escrituras que le atribuyen a Dios la creación del "alma" o "espíritu" (Números 16:22; Eclesiastés 12:7; Isaías 57:16; Zacarías 12:1; Hebreos 12:9).
Algunos de los que rechazan la teoría creacionista señalan que las Escrituras afirman también que Dios creó el cuerpo (Salmo 139:13-14; Jeremías 1:5). Al respecto, afirma Augustus Strong: "No obstante, no dudamos en interpretar estos últimos pasajes como expresión de una creación mediata, no inmediata." Además de lo dicho, esta teoría no explica la tendencia de todos los humanos a pecar.
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