Si todos los intentos actuales por lograr una armonía entre la Biblia y la ciencia están plagados de dificultades, ¿por que tenerlos en cuenta? En primer lugar, algunas preguntas necesitan una respuesta, y estamos convencidos de que, al ser Dios un Dios veraz y constante (Números 23:19; Tito 1:2; Hebreos 6:18; 1 Juan 5:20; Apocalipsis 6:10), su Palabra está de acuerdo con su mundo. En segundo lugar, la Biblia misma parece evocar evidencias para apoyar creencias (Hechos 1:3; 1 Corintios 15:5-8; 2 Pedro 1:16; 1 Juan 1:1-3); parece sugerir que necesitarnos tener algo inteligente que decir con respecto a la ciencia y a ella misma, si se nos pregunta (Colosenses 4:5-6; Tito 1:9; 1 Pedro 3:15; Judas 3).
Aunque con dificultad, los intentos evangélicos anteriores por lograr una armonía hacen mucho en cuanto a responder las preguntas, tanto de santos como de pecadores. En resumen, los principios básicos en los cuales están de acuerdo los defensores de todos los puntos de vista son los siguientes:
- La generación espontánea de la vida a partir de la falta de vida es imposible. Los que tratan de crear vida en un tubo de ensayo "marcan las cartas" de manera poco honrada a su favor.
- Las variaciones geneáticas parecen tener límites; no se presentan en todas direcciones, y las mutaciones son casi siempre dañinas.
- La mejor explicación de la diferenciación entre especies tiene que ver con el aislamiento ecológico, y no con unos procesos macroevolutivos.
- El registro fósil contiene vacíos entre las formas principales de organismos vivos; vacíos que no son capaces de producir ningún tipo de eslabones perdidos (los cuales deberían estar presentes por miles, si la evoluci6n fuese cierta).
- La mejor manera de explicar la homología (las similaridades observadas en los organismos vivos) se halla en función de un diseño inteligente, y del uso intencionalmente repetido de modelos; no en unos supuestos antepasados comunes.
Por tanto, el estudio de los creacionistas ha generado varias respuestas importantes a las preguntas que se están haciendo. Sin embargo, sería útil que los partidarios de todos estos puntos de vista reconocieran sencillamente que las Escrituras no hablan en apoyo de sus modelos de la manera concreta en que ellos querrían que lo hiciesen. Debemos tener el cuidado de dar reconocimiento pleno a las limitaciones y al estado caído de la humanidad (Jeremías 17:9; 1 Corintios 2:14; Tito 1:15-16). No se puede considerar al pensamiento humano como una capacidad neutra, objetiva y eficaz en sí misma y por sí misma.
Así nos lo recuerda Eta Linnemann, convertida del método de interpretación histórico-crítico a una fe salvadora: "La regulación necesaria del pensamiento debe tener lugar a través de la Santa Escritura. Ella es la que controla los procesos mentales. El pensamiento debe subordinarse a la Palabra de Dios. Si brotan las dificultades, no ha de poner en duda la Palabra de Dios, sino su propia sabiduría." El Espíritu Santo usa la Palabra, y este principio orientador es capaz de soportar la prueba del tiempo.
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