martes, 25 de septiembre de 2012

El traducianismo

Strong cita al teólogo africano Tertuliano (alrededor de 160-230), Gregorio Niceno (330-alrededor de 3950) y Agustín (354-430), cuyos comentarios apoyan al traducianismo, aunque ninguno de ellos nos proporciona una explicación completa de este punto de vista. Más recientemente, los reformadores luteranos en general aceptaron el traducianismo. El término "traduciano" se deriva del verbo latino traducere, "llevar o cargar de un lado para otro, transportar, transferir".

Esta teoría sostiene que "la raza humana fue creada de manera inmediata en Adán, tanto con respecto al cuerpo, como al alma, y ambos se propagan a partir de él por medio de la generaci6n natural". En otra palabras, Dios proporcionó en Adán y Eva los medios por los cuales ellos (y todos los humanos) tendrían descendencia a su propia imagen, lo cual comprendería la totalidad de la persona, material e inmaterial.

Génesis 5:1 afirma: "El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo creó." En contraste con esto, Génesis 5:3 señala: "Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza." Dios les dio a Adán y a Eva el poder de engendrar hijos que fuesen iguales a ellos en cuanto a Composición. Nuevamente, cuando David dice: "En pecado me concibió mi madre" (Salmo 51:5), hallamos evidencias de que David había heredado de sus padres, en el momento de la concepción, un alma con tendencias a pecar.

Finalmente, en Hechos 17:26, Pablo declara: "Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres", con lo que afirma implícitamente que todo lo que constituye "humanidad" precede de Adán. Para los partidarios del traducianismo, el aborto en cualquier etapa de desarrollo del zigote, el embrión o el feto, constituye la destrucción de alguien que era plenamente humano.

Los que se oponen al traducianismo objetan que, al contender por la generación en los hijos, tanto del cuerpo como del alma, a partir de los padres, el alma ha quedado reducida a una sustancia material. Los traducianistas responderían que no es imprescindible llegar a esta conclusión. La Biblia misma no específica el proceso creador preciso que genera el alma.

Por consiguiente, debe permanecer en el misterio. Los oponentes del traducianismo objetan también que este requeriría que Cristo hubiere participado en la naturaleza pecaminosa al nacer de María. Los traducianistas responderían que el Espíritu Santo santificó cuanto Jesús recibió de María, y lo protegió de toda mancha en cuanto a las tendencias pecaminosas humanas.

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